sábado, 7 de noviembre de 2009

Personajes lágrimas de cristal

Capitulo 9. Haciendo amigas

Una vez dentro del colegio vio a dos chicas acercarse y dedujo que esas serian sus nuevas compañeras.

─ Hola, tu debes de ser Alice Críl. Encantada, yo soy; Jane Aldana, y ella es; Giselle Dalin. —Dijo la chica.

─ Hola, si soy yo. Encantada también de conoceros.

─ Chicas, ya veo que os conocéis. —Dijo el director. Ahora me marcho.

Jane era una chica de pelo corto negro y ojos verdes, mientras que Giselle era pelirroja y de ojos azules.

Giselle poseía una belleza muy inusual, pero… se veía cegada por la simpatía e inteligencia de Jane.

─ Alice, te ayudaremos con cualquier duda en el colegio, con las asignaturas y con todo lo necesario. —La chica sonrío levemente—

─ Gracias Jane, eres muy simpática. —Dijo Alice mientras sonreía.

─ Ahora, vamos a las habitaciones para que acomodes tus cosas. —La chica se dio la vuelta y agarro a Alice por la mano, tirando de ella hasta la habitación—

Mientras se dirigían hacía la habitación, Alice comenzó a pensar, la escuela le parecía un poco extraña, sus alumnas parecían… diferentes, y Alice estaba dispuesta a averiguar lo que pasaba allí. No quería estar haciendo de Sherlock Holmes en ese momento, pero… no lo podía evitar. Tantos años con Rosalie le habían hecho desconfiar de todo. Porque… ella siempre tenía razón en lo que decía.

Aquellas chicas… le parecían… extrañas, Jane al menos no tanto, pero… Giselle no le había hablado ni un solo momento, solo se dignaba a mirarla con ojos inexpresivos.

Alice no estaba dispuesta a romper el silencio entre ellas dos, y no entendía porque aquella chica no le hablaba. No le podía tener odio porque no hacia ni veinticuatro horas que se conocían, y no tenía ni idea de su comportamiento. Podía ser que la chica fuera tímida, pero parecía imposible, porque Alice también lo era, pero… no le daba miedo saludar.

Aquella primera noche fue muy larga para Alice, nunca había estado fuera de la casa en sus quince años de existencia, y ahora que lo estaba, tendría que disfrutar del momento, nunca en su vida había estudiado, y ya que tenía la posibilidad de formarse como una profesional, no estaba dispuesta a perder el único y valioso momento de su vida.

Era consciente de que le hubiera gustado mas estudiar en su ciudad, pero… también sabia que si por una vez, no salía de allí, quedaría encerrada cómo sirvienta para el resto de su vida.

Estaba muy contenta, había hecho sus primeras amigas, bueno… su primera amiga, porque si Giselle no se dignaba a hablar, solo consideraría amiga a Jane, aunque las dos tuvieran que ayudarla en su nuevo curso.

Era su primer día de clase, y estaba confusa de todas las cosas que habían dicho los profesores, había dado literatura, calculo, ciencias, francés, inglés… miles de asignaturas totalmente desconocidas para ella, aunque la clase de ciencias le parecía muy divertida y le había gustado mucho, al menos era la única clase en donde se había enterado de todo.

En ciencias habían dado la composición de las platas, eso era algo totalmente… interesante para ella, y además la profesora era muy divertida y buena.

Alice estaba pasando su primer día mejor de lo que pensaba, ya oscureciendo era hora de hacer las tareas e irse a la cama, aunque… ya esperaba que un nuevo día por fin comenzara.

martes, 20 de octubre de 2009

Capitulo 8. El internado. Parte II

Alice iba de camino a su casa, aún pensando lo que le había pasado con Arthur. No sé lo podía creer, le parecía imposible que el chico de sus sueños, le hubiera dado un beso tan calido y tan largo, aunque solo hubiera sido en la mejilla.

Estaba feliz, y lo único que le estropeaba ese día era la idea de que solo en una hora partía hacía Inglaterra.

─ Sheila —la chica le dio dos besos— espero volver a verte pronto, y que sepas que… aunque solo habláramos pocas veces, para mí eres como de mí familia —Una lágrima caía en ese momento por el rostro de Alice—

─ Lo se, y puedo decir que para mí en este momento eres una de las mejores amigas que e tenido. —Dijo la chica con tono calmado.

— Alice le dio dos besos, y decidió no hablar más—

— Mientras Alice salía por la puerta, sus lágrimas le caían por el rostro dejando su cara con sabor a sal—

La señora Smith no quiso decir nada, pero su rostro mostraba felicidad.

Mientras tanto Alice quedo esperando que de la nada apareciera Arthur y dándole un profundo beso, le declarara su amor. Pero… por desgracia para Alice, no fue así.

Ya una vez montada en el coche, y saliendo del pueblo, vio como cada vez estaba mas lejos, hasta el preciso instante de que parecía una hormiga diminuta.

Por otro lado, Alice estaba triste por otra cosa, y esa era; no se había despedido de Rosalie ¿Cómo se lo tomaría cuando se enterase? Seguramente muy… mal, pero… no quería hacerla sufrir con amargas despedidas.

Después de unos minutos Alice se durmió, y el viaje seria largo.

Su sueño empezó a cobrar sentido, en ese instante soñaba con Arthur, diciendo aquellas maravillosas palabras “espero volver a verte” y minutos después besando su mejilla —Alice soltaba pequeños ay… y puff en sueños—

Al cabo de unas horas se dio cuenta de que el coche se había detenido y eso solo significaba una cosa; ya habían llegado.

Cuando Alice abrió los ojos, vio una enorme escuela, parecía mas bien un castillo, pero… con aire Inglés. Al bajarse del coche vio a muchas personas, pero la mayoría eran chicas, lo que le pareció mas horrible, era, que todas vestían igual. Uniforme de; falda, camisa y chaqueta y con una roja corbata corta, también todas llevaban; los mismo calcetines, zapatos y maletín.

No sé podía creer que ella también estudiaría allí y que se vestiría así.

Cuando de repente, de la nada apareció un hombre, parecía un mago o simplemente un hombre que no conocía de moda. Iba vestido con ropaje azul y gris y un raro sombrero rojo. Mientras un bigote feo y largo llenaba su cara.

El hombre se dirigió a ella y hablo;

─ Hola, soy Ariteius Cryza y soy el director de la escuela. — Añadió aquel extraño hombre.

─ Alice, bienvenida a Móstod, espero que disfrutes. —Alice no añadió nada—

─ Vallan tranquilos señores Smith, aquí estará perfectamente cuidada —El hombre alzó la mano, mientras el coche se divisaba ya a lo lejos—

─ Vamos Alice. —Dijo el hombre. Te presentare a tus dos nuevas compañeras, ellas te ayudaran a conocer la escuela. — Añadió por último.

Mientras iban de camino a la entrada, Alice miraba alrededor y aún no se podía creer lo que estaba viendo.

sábado, 17 de octubre de 2009

Capitulo 7. El internado

Después de unos cuantos minutos, Alice volvió en si y escucho esas palabras que no deseaba oír.

─ Alice pues… decirte que ya no necesito de tus servicios, esta noche mismo iras a Móstod, el internado mas elegante y fino de Inglaterra.

─ Pero… señora, no puede hacerme eso.

─ Temo que si Alice. —La señora soltó una carcajada maléfica.

Alice no podía creerlo, a un internado, su vida empezaba a destruirse segundo a segundo.

La chica empezaba en ese instante a peñiscarse, haber si posiblemente lo que le habían dicho era un sueño, pero se dio cuenta de que era una cruel y dura verdad.

─ ¿Cómo estas Alice? — Pregunto Sheila.

─ Pues… e estado mejor que ahora. —La cara de Alice mostraba tristeza—

─ Tranquila, intentare ayudarte.

─ Por favor Sheila, no quiero que hagas nada, podrías meterte en problemas. —Dijo la chica angustiada.

─ No me importa, eres mi amiga. —A Sheila se le escapo una lágrima—

─ No llores. —Le dijo Alice. Prométeme algo.

─ Si dime, lo que quieras.

─ Prométeme que cuidaras de Rosalie por mí. No voy a despedirme, seria muy duro para las dos.

─ No te lo prometo, te lo juro. —Mientras decía esas palabras, el rostro de Sheila estaba inexpresivo—

Alice aún no podía creérselo, a un internado, le parecía imposible, pero… estaba segura de que la señora tenía poder sobre ella.

Cada minuto, cada segundo, pasaba todo muy rápidamente.

Alice pensaba en sus amigas, Rosalie, Sheila, las dos se quedarían solas. Alice estaba muy triste y… no quería seguir pensando en eso. Aunque una parte de ella también pensaba en Arthur, iba a tratar despedirse de el, aunque solo lo hubiera visto tres veces contadas. Ella sabía que estaba perdidamente enamorada de el.

Alice no creía que le quedaran solo dos horas en Canadá, dejaría la vida en ese pequeño pueblo donde vivía para irse a la gran y prestigiosa Inglaterra.

La chica dejo de pensar y salio en ese momento de la casa para dirigirse al mercado, tenía que despedirse de Arthur lo más rápido posible.

Una vez allí, vio al chico y lo llamo alzando la mano para que se acercara a donde ella se encontraba.

─ Hola, Arthur. —Dijo Alice tímidamente.

─ ¿Cómo sabes mi nombre, Alice? —Dijo el chico extrañado.

─ Lo e escuchado un par de veces, y tu… ¿cómo sabes el mío?

─ Le escuche a la señora Smith llamarte así ¿Pero… que haces aquí? —Pregunto el chico con curiosidad.

─ Vengo a despedirme, mis padrastros me mandan a un internado a Inglaterra. — Dijo Alice de poco ánimo.

─ Así que… te vas. —El chico puso cara de tristeza—

─ Si, la verdad es que no quiero, pero… estoy obligada y no puedo hacer nada, y eso que tengo más de una razón para quedarme. —Alice se sonrojo al decir esas últimas palabras—

─Pp-uu-ee-ss… buen viaje y… espero volver a verte. —Dijo el chico, con mucho esfuerzo.

─ Yo también. —Alice sonrío vagamente—

La chica deseaba en ese momento alguna señal que le confirmara que a Arthur también sentía lo mismo por ella. Entonces ocurrió algo inesperado. Arthur se inclino hacía delante y beso su mejilla, teniendo sus labios pegados en ella más de tres minutos.

─ ¿A que ha venido eso? —Pregunto Alice.

─ Esa era mi despedida. —El chico se dio la vuelta, y dejo a Alice con la palabra en la boca—

En ese instante todo flotaba para ella, era como si estuviera en otro universo, uno, llamado “amor”

Capitulo 6. Primera impresión

Cuando Sheila abrió la puerta allí vio a Rosalie parada, una chica de pelo castaño largo, tez blanca y hermosos ojos azules. Llevaba un vestido blanco y gris a la vez, y una hermosa flor en el cabello.

Sheila la miro de arriba abajo sin mediar palabra alguna. Pasaron cinco minutos hasta que Rosalie por fin dijo:

─ Y… ¿tú quien eres?

─ Soy Sheila Rodigarc, soy la nueva sirvienta desde ayer.

─ ¡Genial! —Afirmo la chica. Más amigas.

─ Vez Sheila te dije que Rosalie te gustaría, es genial.

─ Si Alice tenias razón, luego nos vemos Rosalie, ahora tengo que servir el desayuno.

─ Hasta luego Sheila.

Ya una vez Sheila había marchado Alice comento:

─ Y bueno Rosalie ¿Qué tal la primera impresión?

─ Pues… la verdad que muy bien, me parece estupenda esa chica, seguro que las tres seremos un gran equipo. —Alice sonrío y se limito a no hablar—

─ Y… ¿Por qué crees que la señora la abra contratado? —Pregunto Rosalie.

─ Pues…ni idea —Respondió Alice rápidamente.

─ Y si esta tratando de deshacerse de ti —Dijo la chica.

─ ¡¿Qué?! Estas loca Rosalie, la señora es mala, pero… no llegaría a hacer tal cosa.

─ Haber Alice, métetelo en la cabeza, lleva quince años aguantándote, ¿Por qué no aprovechar el momento?

—Alice quedo callada y no dijo nada—

La chica tenía ahora mucho que pensar, ya que Rosalie la había confundido mucho.

Alice aún seguía pensando.

¿Se querrá deshacer de mí? Pero… ¿por qué? ¿Acaso soy tan mala?

Siempre pensaba lo mismo.

En ese preciso momento dejo de pensar en lo que le había dicho Rosalie, e intento pensar en la primera impresión que se llevo ella de Sheila.

Por su mente empezaron a pasar cosas;

Y si Sheila no es quien dice ser. ¿Será cómplice de la señora?

Yo la veo buena persona, bueno… en el primer momento me lo pareció, pero… no se.

Alice se dio cuenta que se estaba asiendo un lío ella sola.

Cuando de repente vio entrar a Sheila por la puerta de la habitación. La chica la miro y empezó a hablarle.

─ Alice, la señora esta furiosa, deberías de bajar y no demorarte.

─ Enseguida voy. —Se notaba un poco de incredulidad en su voz.

Sheila marcho de la habitación seguida por Alice. Cuando llego al salón allí estaba la señora sentada en el comedor, y con rostro de enfado.

─ Alice, tengo algo que comunicarte.

─ Si señora, dígame.

Esas palabras se quedaron guardadas en el pensamiento de Alice, que seria lo que le quería decir la señora Smith con tanta urgencia a la chica, su pensamiento estaba confundido, pero no quería oír las palabras con las que tanto había soñado y esas eran; “ya no me eres útil”

Capitulo 5. La chica nueva. Parte II

Ya había pasado unas cuantas horas y Alice y la chica nueva habían hablado de muchas cosas y ya eran grandes amigas. Sheila parecía una chica de poca sociedad, entonces porque la señora trataba tan bien, y a Alice tan mal, tal vez tramaba algo, pero… como lo averiguaría, bueno… ya se le ocurriría algo.

─ Sheila ¿Qué tal tu nuevo día?—Pregunto Alice.

─ Genial aunque la señora Anne me parece un poco amargada. —La chica rió levemente—

─ Y… Sheila ¿tienes novio? —pregunto la chica tímidamente.

─ Pues… ¡No!, y ahora mismo no quiero. ¿Y tú, tienes novio?

─ No, pero me gusta un chico, concretamente el verdulero del pueblo.

─ Y… ¿es guapo?

─ Bueno…, mucho —Las chicas rieron—

─ Pero dejemos ya de cotillear por favor y pongámonos a trabajar, si la señora nos ve así se enfadara.

Entonces las chicas continuaron con sus labores.

Mientras en el bosque donde vivía Jazmín, la chica empezaba a hablar con su padrastro.

─ ¡Papa! Veo que te encuentras mejor.

─ Si Jazmín, gracias a tus cuidados.

─ ¿Qué dices? No me lo agradezcas papa, no me gusta que estés mal.

─ Tienes razón, Ariteius Cryza no puede estar mal, porque tiene que volver como director a Móstod.

─ Papa ahora solo dedícate a recuperarte y deja de pensar en trabajar por una vez.

Jazmín no se sentía bien por discutir con su padre y se fue a la ciudad.

Alice y Sheila estaban aún trabajando y apenas tenían tiempo para hablar. Pasaron horas y horas y al fin habían terminado, por fin ya estaban en su habitación.

─ Que día más agotador. —La chica soltó un puff.

─ Y que lo digas. —Afirmo Sheila.

─ No olvides que mañana te presento a Rosalie, es mi mejor amiga desde la infancia, y además es muy simpática seguro que te gustara.

─ Estaré encantada de conocerla. Hasta mañana, que descanses.

Las chicas después de unos minutos se quedaron dormidas, y empezaron a soñar con los ángeles.

Había sido una larga noche pero Alice se despertó de muy buen humor.

─ ¿Cómo estas hoy Sheila? —Pregunto Alice sonriente.

─ Muy bien Alice, pero como veo, tu de muy buen humor.

─ Estoy feliz e impaciente porque conozcas a Rosalie.

Entonces en ese momento alguien tocaba en la puerta de la habitación.

─ Esa debe de ser Rosalie. —Dijo Alice entusiasmada.

Sheila corrió a abrir la puerta, estaba deseando de conocer a esa chica tan especial para Alice.

Capitulo 4. La chica nueva

Después de esa larga pesadilla Alice volvió a quedarse dormida, y paso la noche tranquilamente.

A la mañana siguiente La chica despertó como siempre, aunque se había dormido y la señora se enfadaría mucho. Alice tomo la ropa y se vistió lo más rápido posible.

La chica empezó a bajar la escaleras velozmente mientras decía: ¡Señora, me e quedado dormida, lo siento!

─ Venga jovencita, a tus labores, pero que no te vuelva a pasar, además a partir de ahora tendrás compañía —Dijo la señora con rapidez.

─ ¿Cómo? —Pregunto la chica.

─ Ya veras, pronto lo descubrirás.

Mientras Alice se daba la vuelta el timbre de la puerta comenzó a sonar.

─ ¡Alice… la puerta! —Gritó la señora.

─ Ya voy señora Smith —Respondió la chica.

¿Quién será? —Pensó Alice—

La chica abrió la puerta y allí parada frente a ella había una chica, de pelo castaño corto y hermosos ojos verdes. La chica llevaba un ropaje de sirvienta, aunque era distinto al de Alice, ya que parecía de estilo poco lujoso.

─ Hola. —Le dijo Alice— ¿y tu quien eres?

─ Hola. Soy Sheila, Sheila Rodigarc, y seré la nueva sirvienta de la casa.

─ Encantada Sheila, Yo soy Alice, Alice Críl. —Ambas rieron—

Mientras la madrastra se acercaba a las chicas.

─ Así que ya os conocéis, bien, ahora a trabajar, espero que se sienta bien señorita Rodigarc.

─ Si, como no señora Smith.

─ Por favor nada de formalidades querida, llámame Anne.

─ De acuerdo… señora Anne.

—Mientras Alice pregunto.

─ ¿Ahora que hacemos Anne?

─ Señorita Alice Críl, a usted quien le ha dado permiso para que me llame así, a la cocina ahora mismo, ¡las dos!

La señora marcho enfadada.

Mientras Alice pensaba, porque a esa tal Sheila si le daba esa ventaja de tutearla si la acababa de conocer, y a ella no, después de todo llevaba quince años con ella, Alice estaba confusa pero no le importaba.

Capitulo 3. Toda la verdad

Ya en el mercado, Alice escucho gritos y fue a mirar lo que pasaba.

─ Rosalie mira tú por allí que yo ahora regreso. —Le dijo a su amiga.

Alice aun seguía escuchando los gritos pero no sabia de donde procedían, entonces de repente vio a dos personas y una de ellas era Arthur, discutía con una chica muy guapa y joven.

─ Jazmín por una vez hazme caso, ese sitio no es lugar para ti —Dijo el chico.

─ Arthur no te metas, quiero estar con mi padre, y no me importa nada. —Dijo la chica muy enfadada.

─ Pero… ¿qué dices? Recuerda que no es tu padre, te salvo la vida si, pero… de que vale eso. —El chico dijo con incredulidad.

─ Para mi es muy importante, para mi las cosas no son tan frías como para ti, mi padre esta muy enfermo no se cuanto le queda de vida, y pretendes que no este con el, pero tú quien eres para decirme eso. —La chica lloro de dolor—

─ Ya se que para ti no soy nadie, y también se que tu madre murió y te hubiera gustado que te revelara todos su pensamientos y dudas, pero… si te vas, nunca me vuelvas a hablar en la vida y tampoco cuentes conmigo para nada. Lo nuestro acaba aquí. — Al finalizar, un silencio muy oscuro lleno todo el lugar—

─ Así que eso es lo que quieres, pues… vive tu vida, que yo vivo la mía, claro que lo are con mi padre y como en un cuento de hadas, aunque recuerda que seguiré siendo esa niña pequeña que una vez vivió bajo un árbol sola y sin nadie. —La chica se marcho rápidamente con las lágrimas en los ojos—

¿Qué era lo que Alice acababa de escuchar? Arthur tenía novia y la había dejado por la simple tontería de que también quería estar con su padre enfermo.

En ese momento a Alice le venia a la cabeza que el chico que la había enamorado con la sonrisa, no era la clase de chico que ella esperaba.

Alice al menos sabía ya su nombre, pero eso a ella no le importaba.

La chica hecho a correr, hasta que Rosalie la vio.

─ ¿Qué pasa? —Pregunto la chica.

─ Es ese chico Arthur, es distinto a como yo pensaba amiga.

─ Pero… por que dices eso.

─ Vamos a casa, allí te explico.

Mientras iban por el camino Alice no paraba de llorar, y su amiga no podía hacer nada para que parase.

Una vez ya en casa, y una hora antes de la estimada, las amigas empezaron a hablar tranquilamente.

─ Dime amiga que fue lo que paso. — Dijo Rosalie.

─ Arthur, Rosalie, no pensé que fuera una persona tan fría.

─ Pero… ¿Cómo estas tan segura de eso? —Pregunto la chica.

─ Cuando yo te deje antes, fue porque escuché a dos personas gritando, y cuando llegué al sitio, era Arthur, estaba discutiendo con una chica, una tal Jazmín, ella al parecer quería vivir con su padre porque estaba muy enfermo, y él se enfadaba, hasta que le dijo que se olvidara de lo que tenían, y que no le volviera a hablar en la vida.

─ Lo entiendes amiga, no tiene corazón. —A la chica se le escapo una lágrima—

─ Pero Alice, piensa las cosas, no puedes decir nada de el, no lo conoces, lo que dijo no significa nada, puedes estar entendiendo mal las palabras. —Dijo la chica.

─ Seguramente tienes razón, pero juro que si no es así, pido a dios que jamás me deje llorar de esta manera.

Pero lo que Alice no sabía, que lo acababa de pedir se le iba a cumplir.

Ya había pasado la hora y los señores llegaban a la casa, percatándose de que Alice se encontraba dentro.

Ya Rosalie se había marchado y Alice dormía placidamente.

Mientras por su cabeza rodaba un sueño muy extraño.

Allí estaba Jazmín, en un bosque muy grande, donde había una pequeña casa de madera y una granja.

─ Jazmín espera —Gritaba Arthur.

─ ¿Qué quieres? Déjame en paz. —Suplicaba la chica.

─ ¡No! Tienes que volver conmigo, me estoy volviendo loco.

─ Jamás, no puedo traicionarla, la quiero demasiado.

─ ¡¿A quién quieres?! —Gritaba el chico enfadado.

De repente, el chico empezó a romper cosas, y no paraba de gritar, pero siempre lo mismo.

¡No puedes querer a nadie, solo a mi!...

Esas palabras se siguieron repitiendo por mucho tiempo en la mente de Alice. Hasta que por fin despertó.

─ ¡NO! —Gritó la chica.

─ Ha sido solo un mal sueño, un mal sueño. —Repetía Alice asustada.

Lo que ella no sabía es que no era solo un sueño, si no un duro y amargo presente.


Capitulo 2. El plan

¿Qué iba a hacer ahora? Tenía totalmente prohibido salir, y estaba segura que no se quería estar el resto de su vida encerrada. Así que llevo a cabo un plan, el lunes por la noche los señores Smith iban a una cena de gala, y aunque sabía que la encerrarían con llave, creo un plan perfecto.

Por fin había llegado el lunes y aunque aun quedaba mucho para la noche, empezó a armar todo lo necesario para hacer justicia.

Primero llamo a su gran amiga Rosalie, tal vez ella le vendría de muy buena ayuda.

Rosalie era una chica genial, ella era su única amiga desde la infancia, y siempre la había apoyado en todo.

Segundo, se encargo de preparar todo lo necesario para poder llevarlo a cabo.

Y tercero, tratar de despistar a los señores, fingiendo estar dormida.

Todo lo que había creado era fantástico, y sabía que ya le quedaba muy poco para vengarse.

Mientras Alice y Rosalie seguían con su plan, también en ese momento los señores salían de la casa dejándola encerrada como ella pensaba.

Pero por fin era el momento de escaparse e ir a buscar a al chico.

─ Rosalie, despierta ya se han ido, es la hora.

—La chica despertó rápidamente y se dirigieron a la puerta de la salida—.

¿Cómo iban a salir? Pues… en ese instante Alice saco una llave de su bolsillo y abrió la puerta, era una copia de la llave de los señores, Alice había aprovechado la ducha diaria de las siete de la señora y la había tomado prestada para copiarla rápidamente.

Una vez ya fuera, primero irían al mercado para buscar información y luego ya verían que hacer. Aunque solo tenían hasta las doce, ya que a esa hora llegaban los señores.

─ Alice vamos debemos darnos prisa. —Dijo Rosalie con rapidez.

Capitulo 1. Flechazo

Sola y sin nadie, Alice era una chica de campo de tan solo quince años, esclavizada por herencia, jamás salía de casa por miedo a ser maltratada por sus padrastros, y aunque ella no lo supiera aún, tenía un gran futuro por delante.

Como todos los días ella estaba allí, limpiando la cocina, el baño,…

Ya empezaba a cansarse de todo eso, ella quería ser libre, poder estar con chicas de su edad, flirtear con chicos guapos, pero… todo eso era imposible, y más para ella.

Eran las doce de la mañana y Alice tenía que ir con su madrastra al mercado, tenían que comprar cosas para preparar el almuerzo.

Mientras iban por el camino su madrastra empezó a hablar.

─ Alice ¿ya has hecho todo lo que te ordene? —preguntó

─ Sí señora —Respondió la chica

─ Acuérdate que después de la cena Felipe y yo vamos a salir, por favor ordena todo y que no te vea fuera de casa, que dirían de nosotros los señores Mills, ellos son los más poderosos del pueblo y si quieren nos pueden dejar pobres.

─ Sí señora, lo que usted diga —la chica puso cara de resignación—

¿Cómo podía pedirle eso? Ella no lo sabía, pero no le quedaba otro remedio más que obedecer.

Ya habían llegado al mercado y estaba lleno de gente, entre esas personas estaba el mayordomo de los señores Mills, un hombre de muy baja estatura que apenas se distinguía a lo lejos.

Hasta que Alice por fin lo vio, allí estaba el chico de sus sueños, era perfecto, guapo y muy atrevido. Tenía una sonrisa muy pícara que llamaba a Alice cada segundo.

La chica se acerco a él y comenzó a hablarle.

─ Hola, por favor me pondrías cebollas y zanahorias.

─ Sí como no, enseguida se las doy. —Contestó el chico con dulce voz.

Era como si miles de mariposas diminutas, recorriera su estómago con mucha rapidez.

Nunca en la vida se había enamorado, pero ahora estaba segura que había sido un flechazo.

Se acordaba aun de sus ojos, verdes como la hierba, y cuya mirada recorría cada parte de su cuerpo.

Alice sabía que no lo volvería a ver si trataba mal a la señora, así que durante muchos días intento comportarse y no hacer ninguna locura, le era muy difícil, pero… ella misma lo deseaba más que nada.

Después de una larga semana, por fin llegaba el día para ir al mercado. Alice estaba feliz porque volvería a ver a su querido amado, y eso era algo que esperaba con anhelo.

Mientras por la puerta de la cocina entraba la señora Smith.

Su madrastra se acercó a ella, y le dijo.

─ Alice hoy iré sola al mercado, no me demoro, encárgate de la casa y si pasa algo te ago responsable.

─ Pero… señora, yo la acompaño, no puede ir sola. —Dijo la chica con rapidez.

─ No muchacha, en la casa no hay nadie porque Felipe ha salido, quédate aquí, regreso enseguida.

─ De acuerdo señora. —La chica puso cara de tristeza—

¿Cómo podía ser? no iba a poder verlo, y aún no sabía ni su nombre, tenía que llevar a cabo un plan, no podía estar ni un segundo más prisionera.

A Alice aún le pasaba lo mismo por la cabeza. Las palabras de su madrastra la habían puesto de mal humor. Y al mismo tiempo deseaba verlo más que nada en el mundo, así que decidió escaparse y asegurarse de llegar antes que la señora.

Alice salio disparada hacia el pueblo, pero sin darse cuenta, la señora de la casa entraba en ese momento por la puerta de atrás.

—La mujer gritó;

─ ¡Alice! ¡Ayúdame!

Pero la chica no contestó.

Entonces la señora Smith se percato de que no se encontraba en casa, y se puso furiosa.

─ ¿Ha dónde habrá ido? Cuando venga me va a conocer, maldita jovencita.

Mientras Alice seguía corriendo para llegar al pueblo.

Una vez ya en el, se dirigió al mercado lo mas rápido que pudo. Ya allí, no podía creérselo, el chico de sus sueños no estaba, y su puesto tampoco.

Eso significaría que se había marchado para siempre, o que simplemente no había trabajado ese día, Alice no estaba segura, pero lo averiguaría.

Alice estaba indecisa, pero… como podría averiguar, no conocía nada de él, ni su nombre, ni donde vivía, absolutamente nada.

Así que decidió ir al pueblo otra vez, seguro que ese día si estaba.

Cuando Alice salía por la puerta, su madrastra la pillo y le gritó.

─ ¿Ha dónde vas jovencita? Otra vez no, te quedas aquí y si te atreves a salir de nuevo, juro que no veras jamás la luz del sol, ¿soy clara?

—La chica puso cara de asombro—

─ Si señora, lo siento, no volverá a pasar. —Dijo con rapidez.

La chica salió corriendo de allí lo más rápido que pudo.