Ya en el mercado, Alice escucho gritos y fue a mirar lo que pasaba.
─ Rosalie mira tú por allí que yo ahora regreso. —Le dijo a su amiga.
Alice aun seguía escuchando los gritos pero no sabia de donde procedían, entonces de repente vio a dos personas y una de ellas era Arthur, discutía con una chica muy guapa y joven.
─ Jazmín por una vez hazme caso, ese sitio no es lugar para ti —Dijo el chico.
─ Arthur no te metas, quiero estar con mi padre, y no me importa nada. —Dijo la chica muy enfadada.
─ Pero… ¿qué dices? Recuerda que no es tu padre, te salvo la vida si, pero… de que vale eso. —El chico dijo con incredulidad.
─ Para mi es muy importante, para mi las cosas no son tan frías como para ti, mi padre esta muy enfermo no se cuanto le queda de vida, y pretendes que no este con el, pero tú quien eres para decirme eso. —La chica lloro de dolor—
─ Ya se que para ti no soy nadie, y también se que tu madre murió y te hubiera gustado que te revelara todos su pensamientos y dudas, pero… si te vas, nunca me vuelvas a hablar en la vida y tampoco cuentes conmigo para nada. Lo nuestro acaba aquí. — Al finalizar, un silencio muy oscuro lleno todo el lugar—
─ Así que eso es lo que quieres, pues… vive tu vida, que yo vivo la mía, claro que lo are con mi padre y como en un cuento de hadas, aunque recuerda que seguiré siendo esa niña pequeña que una vez vivió bajo un árbol sola y sin nadie. —La chica se marcho rápidamente con las lágrimas en los ojos—
¿Qué era lo que Alice acababa de escuchar? Arthur tenía novia y la había dejado por la simple tontería de que también quería estar con su padre enfermo.
En ese momento a Alice le venia a la cabeza que el chico que la había enamorado con la sonrisa, no era la clase de chico que ella esperaba.
Alice al menos sabía ya su nombre, pero eso a ella no le importaba.
La chica hecho a correr, hasta que Rosalie la vio.
─ ¿Qué pasa? —Pregunto la chica.
─ Es ese chico Arthur, es distinto a como yo pensaba amiga.
─ Pero… por que dices eso.
─ Vamos a casa, allí te explico.
Mientras iban por el camino Alice no paraba de llorar, y su amiga no podía hacer nada para que parase.
Una vez ya en casa, y una hora antes de la estimada, las amigas empezaron a hablar tranquilamente.
─ Dime amiga que fue lo que paso. — Dijo Rosalie.
─ Arthur, Rosalie, no pensé que fuera una persona tan fría.
─ Pero… ¿Cómo estas tan segura de eso? —Pregunto la chica.
─ Cuando yo te deje antes, fue porque escuché a dos personas gritando, y cuando llegué al sitio, era Arthur, estaba discutiendo con una chica, una tal Jazmín, ella al parecer quería vivir con su padre porque estaba muy enfermo, y él se enfadaba, hasta que le dijo que se olvidara de lo que tenían, y que no le volviera a hablar en la vida.
─ Lo entiendes amiga, no tiene corazón. —A la chica se le escapo una lágrima—
─ Pero Alice, piensa las cosas, no puedes decir nada de el, no lo conoces, lo que dijo no significa nada, puedes estar entendiendo mal las palabras. —Dijo la chica.
─ Seguramente tienes razón, pero juro que si no es así, pido a dios que jamás me deje llorar de esta manera.
Pero lo que Alice no sabía, que lo acababa de pedir se le iba a cumplir.
Ya había pasado la hora y los señores llegaban a la casa, percatándose de que Alice se encontraba dentro.
Ya Rosalie se había marchado y Alice dormía placidamente.
Mientras por su cabeza rodaba un sueño muy extraño.
Allí estaba Jazmín, en un bosque muy grande, donde había una pequeña casa de madera y una granja.
─ Jazmín espera —Gritaba Arthur.
─ ¿Qué quieres? Déjame en paz. —Suplicaba la chica.
─ ¡No! Tienes que volver conmigo, me estoy volviendo loco.
─ Jamás, no puedo traicionarla, la quiero demasiado.
─ ¡¿A quién quieres?! —Gritaba el chico enfadado.
De repente, el chico empezó a romper cosas, y no paraba de gritar, pero siempre lo mismo.
¡No puedes querer a nadie, solo a mi!...
Esas palabras se siguieron repitiendo por mucho tiempo en la mente de Alice. Hasta que por fin despertó.
─ ¡NO! —Gritó la chica.
─ Ha sido solo un mal sueño, un mal sueño. —Repetía Alice asustada.
Lo que ella no sabía es que no era solo un sueño, si no un duro y amargo presente.
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