Por fin había llegado el lunes y aunque aun quedaba mucho para la noche, empezó a armar todo lo necesario para hacer justicia.
Primero llamo a su gran amiga Rosalie, tal vez ella le vendría de muy buena ayuda.
Rosalie era una chica genial, ella era su única amiga desde la infancia, y siempre la había apoyado en todo.
Segundo, se encargo de preparar todo lo necesario para poder llevarlo a cabo.
Y tercero, tratar de despistar a los señores, fingiendo estar dormida.
Todo lo que había creado era fantástico, y sabía que ya le quedaba muy poco para vengarse.
Mientras Alice y Rosalie seguían con su plan, también en ese momento los señores salían de la casa dejándola encerrada como ella pensaba.
Pero por fin era el momento de escaparse e ir a buscar a al chico.
─ Rosalie, despierta ya se han ido, es la hora.
—La chica despertó rápidamente y se dirigieron a la puerta de la salida—.
¿Cómo iban a salir? Pues… en ese instante Alice saco una llave de su bolsillo y abrió la puerta, era una copia de la llave de los señores, Alice había aprovechado la ducha diaria de las siete de la señora y la había tomado prestada para copiarla rápidamente.
Una vez ya fuera, primero irían al mercado para buscar información y luego ya verían que hacer. Aunque solo tenían hasta las doce, ya que a esa hora llegaban los señores.
─ Alice vamos debemos darnos prisa. —Dijo Rosalie con rapidez.
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